El fenómeno que provoca sequía podría durar hasta los comienzos de la implantación del cereal de invierno, según señaló el organismo norteamericano NOAA y alertó la Bolsa de Rosario. En el maíz ya genera pérdidas de rinde de entre 15 y 45% en el comienzo de la cosecha.
“La Niña” podría extender su presencia, con una probabilidad del 77%, hasta marzo o mayo del 2022. Esto sería “un grave problema” para la siembra del cereal, indicó la Bolsa de Comercio de Rosario.
No solo el final de la campaña de granos gruesos quedaría alcanzado por “La Niña”, lo cual no se preveía hace 2 meses. La última corrección de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA, por su sigla en inglés), vuelve a correr hacia adelante los efectos de este fenómeno climático, que ya “se solapa con la fecha de siembra triguera argentina”, informó la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR).
Desde la entidad santafesina comentaron que esto es “un grave problema para el trigo 2022/23″, porque así “habrá menos chances” de que las recargas del otoño reviertan la falta de agua del final de la gruesa 2021/22. “Al afectar negativamente las condiciones de siembra del trigo, puede haber un fuerte factor de ajuste de área”, indicaron.
El problema del próximo año productivo es que si bien es prematuro tratar de definir cuál será el comportamiento de los forzantes de escala planetaria de cara al invierno en Argentina, algo es seguro: con los indicadores actuales podemos descartar por completo un evento ‘Niño’ para la campaña 2022/23. Esa es la única condición que podría compensar favorablemente la falta de agua que dejan estas dos ‘Niñas’ consecutivas.
Por otra parte, en este contexto de inconvenientes climáticos, la BCR señaló que la primera tanda maicera cosechada en la zona núcleo, casi 275 mil hectáreas, está promediando 40 quintales por hectárea. “La primera sorpresa es que los rindes son más bajos que los estimados, si bien se tratan de lotes muy afectados, y la segunda es que se adelantó 30 días la cosecha respecto de hace un año”, señalaron.
Según la entidad santafesina, hay “malas señales” que indican que los 85 quintales de promedio estimados para la región, casi 15% menos del rinde 2020/21, tendrán que ser ajustados a la baja. “Falta mucho por cosechar, y lo que viene es mejor y hay áreas que han quedado a salvo del gran daño ambiental que sufrió la región, pero los resultados son muy bajos”.
Esta campaña, a causa del severo estrés termo-hídrico que sufrieron los cuadros tempranos en pleno período crítico, el ciclo se acortó y la cosecha ya revela niveles de daño. “Los primeros rindes recolectados pertenecen al centro norte de la región GEA, él área más afectada por la falta de agua durante todo el ciclo del cereal”.
En Cañada Rosquín, el avance es del 20%, con resultados magros de 30 a 50 quintales por hectárea. Si bien “hay lotes mejores”, los técnicos advierten que la media del área será muy pobre: “Si logramos un promedio de 60 quintales por hectárea, nos damos por satisfechos”.
Respecto al año pasado, la caída es de un 45%. Los asesores comentaron que continuarán cosechando aún con humedades mayores al límite de comercialización para minimizar las pérdidas por vuelco.
En Carcarañá comenzaron por los lotes que estaban más arrebatados por el calor y la falta de agua, y obtuvieron 70 quintales por hectárea. Mientras que, en Casilda, lotes con similares características rindieron apenas 30 quintales.
Fuente: Bolsa de Comercio de Rosario.